Miguel Nùñez Rauschert

Miguel Nuñez Rauschert desde su primera infancia comienza a pintar. Originario de Montevideo, Uruguay, se formó en artes visuales en Buenos Aires, donde realizó sus primeras exposiciones. Más tarde en 1982, se estableció en París donde desarrolló una carrera como artista visual y profesor de pintura en los Talleres del Carrousel del Museo de Artes Decorativas.

 

Pintor de la “Comedia Humana”, durante mucho tiempo ha explorado el ser humano, la tensión entre lo oculto y lo expuesto, en un juego inquietante de seducción y re-chazo, de deseo e indiferencia: cuerpos capturados en el instante de un paso de dan-za o de una pirueta, en la caricia del agua o de la luz del sol, en la tensión del dolor, en un gesto de resistencia o revuelta, en el abandono del ensueño. Cuerpos inscritos en espacios compartimentados, simultáneamente deconstruidos y equilibrados.

 

También los retratos — con su mirada decidida o pensativa — parecen cargados con el peso de la existencia, portadores de emociones, fisuras y silencios: fragmentos de vida capturados en su misterio y en su incomunicabilidad.

 

En sus obras más recientes, cobran vida barcos, transatlánticos y cargueros: masas enigmáticas y solitarias, suspendidas entre el agua y el aire. En contraposición, aparece la silueta frágil de un hombre frente al mar, una farola tenue o la línea rota de un muelle que fragmenta la composición.

 

En los últimos años la ciudad aparece en su obra, como la metáfora más plena de su búsqueda existencial. Conglomerado caótico, aparentemente impenetrable pero contenido dentro de una geometría armoniosa que tiende hacia la abstracción, la ciudad ofrece espacios de respiro para el soñador anónimo, el ciclista furtivo, el pasajero de autobús entrevisto detrás una ventanilla, el caminante absorto, el observador pensativo de un mundo representado a la vez como refugio y prisión, como escala y encierro.

 

Es el color el que aporta a la obra de Miguel Nuñez Rauschert su fermento de energía. Con una paleta especialmente rica, trabaja la materia con espátula, superponiendo capas de pintura sobre el lienzo, raspándolas para lograr sutiles transparencias en un brillo poderoso y sensual. De esa materia áspera surge la luz, envuelta en su sensualidad.

 

En esta convivencia entre la riqueza del color y una composición fragmentada, entre la fuerza de los elementos — naturales o arquitectónicos — y la presencia dis-creta del transeúnte, del pasajero, del soñador —“nuestro semejante, nuestro herma-no”— la pintura de Miguel Nuñez Rauschert nos cuestiona sobre la frágil tenacidad de nuestras vidas e invita a la meditación sobre su sentido mismo.

 

La música de su pintura es el silencio — un silencio grave que nos interroga.

 

Jean-Paul MAS, septiembre de 2025